martes, 28 de junio de 2011

Dolor.

No hay nada más bonito que sentir el dolor ajeno. Por lo menos, no existe nada que cause tanta adicción.
Saber entender a alguien, escucharle y asentir con la cabeza por estar escuchando con el corazón...

Qué decir de la satisfacción que es para mí escuchar un grito de alegría cuando una amiga extiende sus brazos detrás de mí en la moto y sonríe con los ojos cerrados creyendo que el mismo viento que arranca sus lágrimas se llevará todo lo que la hace llorar.

Sólo un abrazo en un semáforo en rojo pueden hacer que me sienta tan satisfecha y útil. Ha sido eso es lo que me ha hecho sentir como en una película en la que aún no sabemos el destino de la protagonista. Eso último no me ayuda a librarme de mi angustia porque no hay nada que más me duela que sentir las lágrimas de una amiga en un abrazo, ni nada que avive más mi odio hacia terceras personas que una amiga cabizbaja acurrucada en mi hombro sollozando.

No hay nada peor que saber que tu apoyo no sirve para devolverle la sonrisa. Que no puedes arreglar su mundo. Sólo asegurarle que vas a ayudarle a reconstruirlo.

Asegurado queda.

miércoles, 22 de junio de 2011

Larreta.


A medida que se acerca el día, la angustia aumenta.
"Estas cosas pasan", lo sé. Mejor que nadie.
Todo lo que empieza, termina algún día.
El llanto de un bebé termina con los sonidos de los líquidos que entran y salen del cuerpo prácticamente inerte de una anciana. Es ley de vida.
Boca abierta, mirada perdida en el vacío...
Los familiares y amigos que desfilan por la habitación del hospital no consiguen devolverle su genio, su orgullo, la dulzura de su mirada al ver llegar a sus nietos... Boca abierta, mirada perdida... Ningún cambio notable en los últimos días.
Ahora, los jovenes llegan a verla y sólo consiguen que ese cuerpo distante y frío se esfuerze por mover la boca. Optimistas, intuyen que se trata de un amago de sonrisa.
Una mujer que, por sus dotes y cuidados podría pasar por enfermera, agarra las manos hinchadas de la vieja mujer. La cuidadora sabe que el riñón comienza a fallar y que, junto con el tumor, agotan el tiempo de vida de la mediana de las Larretas. Todos lo saben. Ella también es consciente, pero no se rinde. Nació valiente y elegante y con los años, se formó como mujer fuerte, responsable y cariñosa.
No cuesta imaginarla en medio de la guerra, o al cargo de sus hermanos pequeños o de sus hijos... o nietos. Nada que temer, sólo a la soledad.
Y hacía ya tiempo que estaba sola. Partida. Por eso ya no era la misma. Añoraba, al igual que yo, esa mezcla de olores -tabaco y colonia- y esas cervezas con patatas fritas a la una del mediodía. Pero es lo que hay. Es... ley de vida.
Ahora. Presente. Hoy. Vivimos en la actualidad, en el día a día. Los sentimientos cobran forma de lágrimas, sonrisas... aunque a veces no se vean, y esque, da vergüenza enseñar al mundo el odio, la debilidad, el afecto... Ser humano, asusta.
Supongo que ella se dio cuenta, de que no hay nada que temer, nada antinatural, nada que esconder, nada que..., nada que..., nada.... NADA. Por eso quizás, tras luchar, haya decidido...
Amor, mucho amor. Muchos dibujos, canciones, cumpleaños, regalos, paseos por la Parte Vieja, por la Zurriola, Hernani...
Amor de nieta, amor de amona.

---------Esto lo escribí hace ya un tiempo, más de un año. Sin embargo, he creído conveniente incluirlo en este blog porque es un texto que me gusta mucho, en el que reflejo muy bien lo que pensaba y aun pienso...