viernes, 7 de octubre de 2011

Se repite.


Esto es un copia-pega de un antiguo tablón que tenía por ahí guardado. Lo he leído y he creído apropiado volver a sacarlo a la luz....

"Hace ya un par de semanas que cumplí los ansiados dieciocho.
Al margen del hecho de que ya no voy a tener que aprenderme ningún DNI ajeno de memoria para intentar entrar en una discoteca, me he dado cuenta de que no ha habido ningún tipo de cambio. Hay cosas que son iguales que cuando tenía 17, 16....
Tiempo atrás perdí a un amigo, un amigo de los que tienen pase VIP en nuestros corazones. De ésos que son inolvidables. Dejan marca sin buscarlo, al mismo tiempo que tú dejas marca en ellos.
¿Y cuando se fue, qué? Nadie se imagina lo que sufrí. Por dentro, por fuera... aquello me ahogaba y no me dejó vivir durante una temporada que la temía interminable.
Ahora, incluso sabiendo que nunca más volverá a estar a mi lado, sigo soñando con sus sabios consejos y su apoyo incondicional. Añoro su capacidad para escuchar mis pequeñas crisis personales y esa cálida mano que me acompañaba en todos mis caminos, que nunca me soltaba, ni aunque me chocara con todos los muros que hubiera cerca. Digamos que era para mí lo que para un ciego su bastón.
Tengo dieciocho años. Soy mayor de edad. Puedo comprar alcohol, tabaco, votar, hacerme tatuajes y piercings sin autorización de un tutor... Soy libre y responsable. Mucho más: soy autónoma.
Pero una vez más, me doy cuenta de que echo en falta un bastón. ¿Sabéis? Una cosa no quita la otra; ser autónomo y ser ciego son compatibles.
Este mismo año he sentido algo extrañamente similar a lo que sentí por mi "difunto" amigo. Fui feliz durante un tiempo. Poco, por supuesto, porque aprendí del primer palo y ahora soy exageradamente orgullosa y procuro ser lo más autosuficiente que puedo. De buenas a primeras soy pura desconfianza y bastante reservada.
Cierto es que no me va mal. Al no entregarte rápidamente a alguien, no te llevas disgustos pero, me hizo tanta ilusión esta vez...
Eso es, exacto: me devolvió la ilusión. Un bastón nuevo. Parecido -nunca igual- al anterior. Confié. Erré. Errar es de humanos, pero allí no había rectificación posible. Me volví a llevar un palo. Pero esta vez, era la segunda. No dolió tanto.
Gracias me doy por tanto. Por aprender. Por aguantar. Porque hay veces que, por mucho que digan lo contrario, una fortaleza, no viene mal."

No hay comentarios:

Publicar un comentario